martes, 30 de octubre de 2007

Limpiando aguas y aires sin el Estado








Magnífica entrevista sobre la tragedia de los bienes comunales, legislación medioambiental, derecho Civil y el Derecho Común.


¿Cómo se resuelven los problemas creados por las externalidades? Una solución es internalizarlas mediante derechos de Propiedad, pero hay muchas otras y no todas pasan por la regulación, por no hablar ya de la regulación centralizada, la menos efectiva de las soluciones y que menos tiene en cuenta la naturaleza descentralizada el conocimiento.
Por cierto, la imagen que encabeza esta entrada, visible desde el espacio, es una frontera entre propiedad privada y, adivinádlo... propiedad del gobierno.

Y para quién crea que el beneficio y el ánimo de lucro crean un incentivo para agotar los recursos, primero que intenten aprender el significado de la curva de oferta y demanda, después que miren este ejemplo cuyos cálculos demuestran todo lo contrario.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Los desposeídos




Actualmente estoy leyendo un clásico de Ciencia-Ficción (a la que soy muy aficionado) de Ursula K Le Guin: The Dispossessed.

Este libro consituye una de las más famosas utopías anarquistas modernas, si bien no tiene nada que ver con el ancap puesto que no apoya la propiedad privada. Es una historia sobre dos planetas que giran uno en torno al otro: en uno de ellos, Urras, el sistema vigente es el capitalismo exacerbado y en el otro, Anarres, existe una anarquía pura y dura.

Los habitantes de Anarres son antiguos habitantes de Urras que se "fugaron" del planeta para fundar colonias lejos de los capitalistas. En Anarres, para incentivar el trabajo, utilizan una especie de "reconociemiento/rechazo social" que la verdad no sé si funcionaría (siempre hay gente con poca vergüenza que se quiere aprovechar de cualquier sistema). El protagonista es un físico anarquista (Shevek) de Anarres que viaje a Urras para dar con la gran teoría unificadora.

El problema es que Urras es inmensamente rico y Anarres es un planeta yermo.

Uno de los párrafos del líbro me ha gustado en especial porque plantea preguntas sobre la relación de los seres humanos con sus propiedades:

Algo sombrío giró en la mente de Shevek, oscureciéndolo todo. Tenía la boca seca. Vació la copa que el camarero acababa de llenarle.

—No sé —dijo. Sentía la lengua casi paralizada—. No. No es maravilloso. Es un mundo feo. No se parece a éste. Anarres es todo polvo y colinas secas. Todo estéril, todo seco. Y la gente no es hermosa. Tienen manos y pies grandes, como yo y como este camarero. Pero no grandes vientres. Se ensucian mucho, y se bañan juntos, nadie aquí lo hace. Las ciudades son muy pequeñas e insignificantes, son tristes. No hay palacios. La vida es opaca, y el trabajo duro. Uno nunca puede tener lo que quiere, y ni siquiera lo que necesita, porque no hay para todos. Ustedes los urrasti tienen suficiente para todos. Aire suficiente, lluvia suficiente, pastos, océanos, alimentos, música, edificios, fábricas, máquinas, libros, ropas, historia. Ustedes son ricos, nosotros pobres. Ustedes tienen, nosotros no tenemos. Todo es hermoso aquí. Menos las caras. En Anarres nada es hermoso, nada excepto las caras. Las otras caras, los hombres y las mujeres. Nosotros no tenemos nada más. Aquí uno ve las joyas, allí uno ve los ojos. Y en los ojos ve el esplendor, el esplendor del espíritu humano. Porque nuestros hombres y mujeres son libres. Y ustedes los poseedores son poseídos. Viven todos en una cárcel. Cada uno a solas, solitario, con el montón de lo que posee. Viven en una cárcel y mueren en una cárcel. Eso veo en los ojos de ustedes... el muro, ¡el muro!

Todos lo estaban mirando.

Shevek oía el sonido de su propia voz todavía vibrando en el silencio, le escocían las orejas. La oscuridad, la tiniebla, volvió a moverse dentro de él.

¿Acaso no son más felices los ascetas o los monjes? Quizás en vez de buscar riqueza para todos (cosa que parece muy difícil) deberíamos buscar riqueza espiritual (que además es más barata) o desapego al mundo material.

¿Alguien se apunta?


sábado, 13 de octubre de 2007

Nobel Caliente


Al Gore merece una enhorabuena. Es el primer hombre en conseguir un Oscar y un Premio Nobel de la Paz. Por supuesto el primero es mucho más difícil, más cotizado y mejor remunerado. (Además hace falta matar a menos gente, salvo en el caso de Anthony Hopkins)

¿Qué hace a Alberto merecedor de tantas atenciones? Nada más y nada menos que su película sobre como el calentamiento del planeta, causado por la industria y concretamente las emisiones de dioxido de carbono va a sumergir Nueva York en el Atlántico. No sé que tienen que ver la ardilla y el mamút, ni tampoco por qué no la protagonizó Leonardo di Caprio. Lo que sí esta claro es que para un político retirado demasiado joven y con la mirada puesta en la Secretaría General de la ONU, su dedicación a la causa más de moda es más que conveniente. Tampoco es tontería que comparta el premio (generosamente) con el IPCC.

Como podéis imaginar, no acabo de salir corriendo a comprarme un híbrido (ya sabéis "Como las estrellas"), y soy bastante escéptico sobre los efectos de un gas que forma 0,038% de la atmósfera sobre un sistema inherentemente complejo, como es el clima. Sobre todo cuando el monóxido-dihidrógeno tiene un efecto 100 veces mayor, por no hablar de un pequeño reactor de fusión a 8 minutos-luz de la tierra que tiene bastante que ver con la temperatura del planeta. No es casualidad que también suba la temperatura en Marte.

Baste decir que el alarmismo da muchos réditos, especialmente para los futuros encargados de controlar las soluciones. Nada como crear una crisis y ofrecerte a resolverla para tocar poder. Como dice Vaclav Klaus en su nuevo libro es mucho más útil, a estos efectos, el calentamiento global, con sus implicaciones de planificación central de la economía, que la lucha contra la malaria, que mata a millones de personas todos los años, pero no afecta a los países ricos. Bjorn Lomborg, el ecologista escéptico también nos urge a replantearnos nuestras prioridades. Es curioso que más climatólogos han firmado esta petición, que el informe del IPCC, y que muchos de los signatarios de este hayan pedido la retirada de sus firmas cuando se cambiaron las conclusiones en el resumen para políticos.

Resumiendo, si Gore de verdad quiere parar el calentamiento del planeta, debería olvidarse de Kyoto e ir a por los verdaderos responsables de emisiones, para empezar podría ponerle un buen tapón a esto, repartir corchos para estas y si con eso no basta, esto seguro que funciona.