martes, 27 de marzo de 2012

El cambio es ley de vida. Cualquiera que sólo mire al pasado o al presente, se perderá el futuro. - John Fitzgerald Kennedy (1917-1963) Político estadounidense.

El domingo vivimos unas elecciones andaluzas y asturianas, que vuelven a arrojar parecido resultado que en las anteriores llamadas a las urnas. En Asturias Cascos sólo ejerció como presidente de la comunidad 10 meses y quería refrendar con estos comicios su elección sin que la jugada le haya sido favorable. En Andalucía, el inmovilismo de la sociedad y de la pólitica es más latente aún. 30 años de gobierno socialista tendrán aún cuatro más de continuidad. Y el cambio sigue sin llegar.

En las elecciones Generales del 20 N el PP desbancó por mayoría absoluta a un PSOE que se resiste a la regeneración de sus filas en post de una socialdemocracia a la europea, menos radical y menos vinculada a las bases marxistas que hoy conforman su ideología y programa. Este cambio hacia el centro-derecha en nuestro país no siendo pequeño, nos ha distanciado del abismo al que nos precipitábamos. Sin embargo como realmente la sociedad no empiece a creer firmemente en las palabras de Kennedy volveremos alegóricamente al negro abisal de los 10.000 mts de las Marianas, que James Cameron exploró en el día de ayer. Y las elecciones del domingo auguran un paso a tras, una nueva vista al pasado, nada halagüeño.

Perderse el futuro es negar la evidencia del cambio. Es creer que con un nuevo gobierno nacional austero, de derechas, de control y reajustes presupuestarios estaremos de nuevo camino de la recuperación. Esta crisis es una depresión profunda y de sistema de unas viejas democracias occidentales que han olvidado durante los últimos decenios mirar hacia delante. Se perderán el futuro si no cambian algo más que el signo político de su gobierno. Y España entre ellas no parece subirse al carro de la regeneración.

La vieja Europa y Estados Unidos de América han llenado de relativismo su contenido hasta el nivel de permitir que la sociedad olvide su identidad. Ya no hay unidad ni ética, ni moral, ni económica. La política se llena de parches ante problemas que sobrepasan a unos mandatarios, que para más inri son los peores dirigentes de la historia. La democracia ha evolucionado sí, pero no hacia el futuro, si no en un camino errático sin cohesión que ha llevado a desorganizar sus estructuras, a transformarlas en inmensos aparatos políticos con un gasto insostenible para la sociedad. La democracia occidental es hoy esa partidocracia donde el ciudadano no importa, ni dicta las leyes, si no que se encuentra dominado por un sistema retroalimentado de un nuevo estamento social que le domina y determina su futro: El político.

Hace dos semanas hubo una silenciada sesión en las Cortes, que sólo tuvo eco en el periódico el Mundo. Un partido minoritario con el que no comparto ideología, pero sí sus ansias de abrir ventanas al futuro, propuso una “revisión profunda del modelo de Estado”. El resultado de la votación obtuvo a favor los 5 escaños de sus filas, pero todas las demás fuerzas con representación en el arco parlamentario votaron en contra. Y una ventana al futuro se vuelve a cerrar.

UPyD fue la fuerza que la promulgó y el contenido de la propuesta lejos de recibir aprobación y enmiendas (no apostillo que tuviera aristas) fue negada en su totalidad por todos los partidos incluidos PP y PSOE, en una sola sesión plenaria.

Rosa Díez puso encima de la mesa frente al estado de las autonomías, “autonomía del Estado”, que no es más que promulgar un modelo no elefantiásico sin llegar al centralismo francés:

- Para llenar de contenido la propuesta planteaba dos fases de cambio, en cuya primera instancia no sería necesario modificar la Constitución si no obligar a las autonomías a seguir la práctica de las tres mejores en cuanto a estructura y organización. Según la formación política se ahorrarían 26.000 millones de euros de una tajada, que dejarían el déficit nacional muy por debajo del exigido en Europa y crearía unas sinergias de cambio y motivación al trabajo político muy favorecedoras para un clima de crecimiento.

- El segundo pasaba por proclamar la reorganización a nivel provincial y regional reduciendo el número de municipios y eliminando unas diputaciones que hoy se encuentran vacías de contenido y competencias. Sólo con la reducción de Ayuntamientos pequeños se podrían ahorrar 7.000 millones de euros, tal y como afirmara la líder del partido.

Pues bien, ante estas propuestas de nuevo la democracia española nos da lecciones de partidocracia clientelista, comandada por los omnipresentes PP y PSOE, que obviamente no van a votar por reducir sus filas y abandonar su cuota de poder.

Una vez más España como las viejas democracias europeas niega un cambio a futuro y se estanca en un modelo, que cada día más se muestra obsoleto y poco eficaz. Ojalá fuerzas políticas como ésta pretendan apostar más fielmente por el ciudadano y abandonar estos sistemas partitocráticos que nos gobiernan. Así se devolverá al pueblo su identidad y su añorada ventana al futuro a la que todos queremos mirar.

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